Hoy sucedió lo impensado.
A las 13:30 hs. hubo un eclipse de nubes bastante compactas, algo asi como un cumulus nimbus con esteroides, que provocaron la noche al mediodía.
El paisaje era inquietante... los negocios, departamentos y calles iluminadas artificialmente. Los autos circulando con las luces encendidas. Los pájaros, desconcertados pero confiados en su instinto yéndose a dormir.
De repente fueron las 8 o 9 de la noche.
(Recordé entonces un sueño recurrente de mi infancia: Un sol nocturno que disipe los fantasmas y me permita jugar a la pelota a las 2 de la mañana, sin autos en la calle y con los adultos durmiendo.)
Es el fin de los Tiempos, pensé. El acabóse.
Una especie de feliz morbo me invadió, oteando el negro cielo que había mandado a dormir al sol su primera y última siesta de la Historia. Buscaba, pegado al vidrio, el lugar exacto donde se abriría el cielo para dejar pasar al ángel trompetista que anuncie el inminente Juicio Final.
Junto a mi, unos pocos clientes del banco observaban, atónitos, el espectáculo único, dantesco....inquietante. Una y media de la tarde y el sol se había mandado a mudar.
Giré la cabeza hacia el interior del salón y ví que la mayoría de los clientes ignoraba el suceso.... con la vista clavada en el cartel de los turnos, ansiosos por comprar sus dólares.
Al ratito nomás la situación volvió a ser normal. Los rayos del sol ausente se abrieron paso entre el vapor formando el segundo amanecer del dia. El amague de apocalipsis quedó en eso. Un amague.
Pero por un momento la noche al mediodía, me hizo creer que todo era posible: una revolución, una reconciliación, una división de las aguas....y que ella, al fín regrese.
Moraleja: Prefiero una muerte de Apocalipsis, a terminar mis dias bajo las ruedas del 571.
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