domingo, 27 de diciembre de 2009

El escritor aficionado

Ensayo a modo de prólogo.

Por el Sr. Valentierra, Conde de Hurlingham


La de escritor es una ocupación a la que se llega por infinidad de caminos, excepto por el académico. Si bien existen talleres, seminarios y hasta me animo a citar también el publicitado curso “Sea dramaturgo en 231 semanas sin moverse del lavadero”, la vocación del escritor nace en la necesidad de contar... billetes en algunos casos, historias en otros.
Y así, como no queriendo la cosa, de un block en el que pretendimos garabatear un viaje surge un diario que, adornado y corregido, puede tranquilamente ser un gran libro. O quizás también después de media docena de novias nos haya quedado, además de la firme convicción de que “no sos vos, soy yo” , un manojo de poemas, sonetos y cartas perfectamente editables como una antología del patetismo que tanto gusta a las masas.
Esto no quiere decir, claro, que cualquiera que viaje, tanto a Las Toninas como a Egipto, pueda ser un autor recomendable; ni que todos los ex novios de la panadera Dora Aizpurúa (unos veintiséis según mi cuenta) sean candidatos al Nobel de literatura.
Hacen falta, a mi criterio, varios aderezos para que una insípida hoja de lechuga sea una ensalada como Dios manda. Y ni hablar de las proporciones.
El escritor diletante ve entonces en esa inexperiencia editorial su gran fantasma.
Me pregunto. ¿Este complejo se superará inmediatamente después de comprobar que nuestras miserias son leídas con interés?.
¿Recién ahí uno puede pararse ante el mundo y decir: Soy escritor y a mi se me respeta, juna gran siete? Es poco probable. Mucha gente que conozco tiene algún talento, y cuando uno le juna alguna genialidad y se lo dice te miran con cara de incredulidad, como si uno después de elogiarlos fuera a pedirle prestados unos mangos. Inconformistas que le dicen, nunca creen merecer los elogios que le son dados y van por mas... tratando de justificarlos luego, con algo que para ellos realmente valga la pena y que íntimamente saben, nunca llegará.

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